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Dec 26, 2018

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El Gringo que lleva 45 años

Perdido

 by Ian Diaz Granai

Hacía ya un tiempo que venía con la idea de querer hacer un roadtrip por Guate. Por “equis o ye” razón, nunca habíamos podido, siempre había algo más que hacer, algo más que entregar, un evento con el cual cumplir, y para ser totalmente sinceros, no tenía ni idea de a dónde quería ir. Estaba en busca de algo distinto, algún lugar donde realmente pudiera desconectarme del corre-corre de todos los días, no me iba a ser suficiente una escapada al Puerto o a la Antigua. Y fue en el momento perfecto que apareció la idea de irnos con el equipo de SCURO de roadtrip hasta Petén. Había escuchado mencionar el nombre anteriormente, El Gringo Perdido; la gente hablaba muy bien del lugar, pero la verdad es que no teníamos idea de a lo que íbamos. 

 

El hotel se llama así por Don David, el gringo que originalmente vivía en Florida y vino de paseo a Guatemala solamente a buscar animales, que encontró el pedazo de tierra y se quedó; esto fue hace 45 años. En esos tiempos, no había ni electricidad ni un camino decente para llegar al terreno, por lo que llegó en lancha, que era la única forma de llegar tan adentro de la selva petenera. El lugar se ha preservado casi en su totalidad, ya que está dentro de una reserva natural y dentro de esta reserva solo se pueden encontrar dos hoteles, y éste es uno de ellos. 10 años después, la familia Cofiño se enamoró del lugar incluso más que el dueño original, y desde entonces han sido ellos quienes se han dedicado a mantener la magia del lugar. Incluso adquirieron un poco más de terreno a ambos lados del hotel original, con el fin de que nadie pudiera construir a la vecindad y así mantener la experiencia de estar sumergido en la jungla petenera a la orilla del lago Petén Itzá, intacta. Con el paso del tiempo, se fueron construyendo los espacios, para ir complementando el hotel cada vez mejor, sin embargo, en 1997 algunas de las edificaciones se incendiaron y fue necesario ser reconstruidas desde cero. Hoy en día, el hotel se encuentra 100% remodelado. Estuardo Cofiño es el actual gerente del hotel y como buen visionario y comunicador que es, se ha enfocado en darle un nuevo aire al hotel, sin perder esa mágica esencia que caracteriza tanto este lugar. 

 

Es sumamente fácil enamorarse de este lugar desde el momento en el que uno pone un pie dentro del hotel porque es una experiencia para todos los sentidos.  Los sonidos de la naturaleza, poder escuchar a los animales en su hábitat natural, los monos, los pájaros, incluso ver a los peces nadar en el agua que tiene un color turquesa tornasol. Los colores de la vegetación, fácilmente se pueden contar más de 1,000 tonalidades distintas de verde en este lugar. La temperatura tanto del lugar como del lago, te hace sentir bienvenido. El clima fue tan perfecto en todo momento; ese clima cálido que te despierta una cosquilla en la panza cuando sabes que estás de vacaciones y que finalmente llegaste (¿ya saben cuál?). Los olores; ese olor a naturaleza, en el que tal vez, el único rastro de humanidad puede ser encontrado en el olor a leña de la estufa donde mantienen el café durante todo el día. Este lugar tiene una energía muy especial, esa que se contagia a los 5 minutos de haber llegado. Parte de la magia del lugar, es que tiene una experiencia distinta para cada ser vivo que llega (el hotel es pet friendly, siempre y cuando todos los huéspedes se porten bien and they clean up after themselves). Nosotros en particular, aunque íbamos con ganas de aventura, también teníamos ganas de ir a relajarnos con un poco de lujo y nos quedamos en las mejores suites del hotel. Pero hay cuartos para todos los gustos, ya sea que te guste acampar en medio de la jungla, o tener un cuarto y baño propio y que lo primero que veas al despertar sea el amanecer sobre el lago; o que seas más de aire acondicionado y jacuzzis. Hay espacio para todos. 

 

Después de un largo viaje en carro, de 4 paradas al baño en el camino y de haber descubierto a las 3 horas de haber salido de la casa que había dejado mi maletín en la ciudad, finalmente llegamos. Pocas veces había estado tan feliz de haber llegado a mi destino. No les voy a mentir, cuando me di cuenta que había dejado absolutamente todo, y que solo contaba con lo que llevaba puesto, tuve un momento de enojo, más que todo conmigo mismo, porque en ese momento creí que no iba a poder gozar el lugar plenamente, pero en el momento en el que llegamos, lo único que pasó por mi cabeza fue “Fuck it” y desde ese instante, no paré de gozar cada experiencia que tuvimos aquí.  En el momento que llegas, todavía hay que recorrer unas gradas para llegar al espacio principal de hotel, es como que estuvieras en un corredor de jungla en donde de repente la selva te abre paso para que el lago te reciba con brazos abiertos. Nos reciben Estuardo y Lola, (Lola es la Labrador Retriever que recibe, junto a Estuardo, a todos los huéspedes del hotel, tengan 2 piernas o 4 patas) como que fuéramos amigos hace décadas (ya tenemos edad suficiente para poder decir eso) y sin más, nos llevó a nuestro “comedor”, el cual se encontraba en un rancho, suspendido sobre el lago.  Y fue allí donde nos sentamos a platicar sobre lo que era este paraíso petenero para él y su familia y cómo había nacido este lugar tan mágico.

 

 

La comida, puta madre. La comida de este lugar es de lo mejor del planeta; no era simplemente “comida de hotel”, era comida de esa que te hace recordar tu niñez y te hace sentir en casa. Cada vez que nos sentamos a comer, nos servían algo distinto pero todo estaba exquisito. Yo siempre he sido de la opinión que si estás de viaje es para ir a gozar TODO, incluyendo la comida, aunque te engorde. Este no fue el caso aquí. La comida que te sirven es tan deliciosa, como saludable. Sopa de tomate hecha from scratch, burritos de pollo, spaghetti con carne, pollo a la plancha, pie de güicoy, galletas de peanut butter, brownies de chocolate y peanut butter y el PAN.  El pan es adictivo. Yo no suelo comer pan, nunca me ha gustado mucho, pero este pan me hizo cambiar mi forma de pensar, comí pan los 3 tiempos de comida, los 3 días que estuvimos allí. Estuardo nos lo advirtió desde el momento en el que llegamos y no le quisimos creer; el día que nos fuimos, incluso le pedimos un sándwich para llevar en el carro. 

 

Una vez terminamos de almorzar y de platicar un buen rato con Estuardo, nos llevó a nuestros cuartos. Alejandra tenía su propio cuarto; mientras que Daniel y yo compartimos el cuarto más grande; cada quien tenía su propia cama King , con A/C, televisión, wi-fi y hasta una mini refri y jacuzzi. Y aunque los cuartos estaban increíbles, no quisimos perder un solo minuto del atardecer, así que regresamos al lago, en donde nadamos hasta que el sol se ocultó por completo. Solo entonces fue que decidimos regresar a los cuartos, en donde abrimos una botella de vino, nos metimos un rato al jacuzzi y después nos fuimos a dormir, ya que no solamente estábamos cansados por el viaje, sino que los días siguientes estaban esperando por nosotros, llenos de aventura. Dormimos como bebés hasta el día siguiente. Después de levantarnos y desayunar tranquilos, fuimos a nadar un rato más al lago, tomamos cerveza y una de las mejores micheladas que he probado en mi vida. Sinceramente, consideramos cancelar nuestros planes de la tarde y simplemente quedarnos disfrutando del hotel, ya que el hotel en sí es una experiencia completa, pero decidimos que era necesario “hacer el esfuerzo” y salir del hotel. Fuimos a Yaxhá, uno de los parques nacionales que tiene el hotel a 45min. El recorrido en Yaxhá no fue tan extenso, pero la caminata debajo de la lluvia me hizo volver a la infancia, hacía tanto tiempo que no me gozaba la lluvia de esta manera. Y la manera en la que terminamos la tarde fue espectacular, viendo el atardecer en la parte más alta de uno de los templos más altos del lugar. 

 

Al día siguiente, el parque que nos esperaba era Tikal. Nos levantamos antes del amanecer, disfrutamos de  una taza de café frente al lago en lo que esperábamos por nuestras “lunch boxes” que el hotel te prepara para cuando vas a ir de expedición, y nos fuimos. El desayuno lo fuimos a comer en la parte más alta del templo IV ya adentro de Tikal. Lujo de lugar para desayunar sinceramente. La vibra del lugar era tan espectacular, que cada uno de los que estábamos presentes se lo gozó a su manera; nosotros desayunamos en completo silencio, simplemente admirando la vista, mientras otras personas meditaban o simplemente contemplaban la vista en donde podías ver tanto la cresta del Gran Jaguar, como la del Templo de las Dos Máscaras, era una vista salida de una película. La ventaja que tuvimos este día, es que el guía del hotel se sabía todos los recorridos secretos dentro de Tikal, y mientras los pobres turistas extranjeros pagaban $300 por guía para ver 4 templos en dos horas, el hotel se encargó de que viéramos absolutamente todo dentro del parque, y 6 horas después, finalmente regresamos al hotel. 

 

Los 3 días que estuvimos no fueron suficientes, nos enamoramos de todo lo que el lugar tiene para ofrecer, hasta de los monos aulladores, los amaneceres y atardeceres, la comida, la gente y la atención que el personal del hotel nos brindó, la paz que el lago transmite. Los colores, olores y sabores del lugar, casi me convencen de quedarme viviendo allí. Este lugar realmente es una experiencia completa, se te mete debajo de la piel de a poquito, sin que te des cuenta y es solamente al final del viaje que te das cuenta lo seductive que este lugar puede ser. La gente puede tener la idea de que este hotel es un “hostal más, en el que solo los extranjeros hippies se van a quedar”, y aunque sí hay espacio para quien quiera ir en plan de hippie, de acampar y no bañarse, también hay espacio para ir a disfrutar de la naturaleza con clase y elegancia. “El Petén es el futuro”, nos dijo Estuardo la primera tarde que nos sentamos a hablar, y cuánta razón tiene. 

 

Cada uno de nosotros se gozó este lugar a su manera, y estoy seguro de que cada uno estamos contando los días para poder regresar. Podría escribir un libro sobre todo lo que este mágico lugar nos hizo sentir, pero sinceramente lo mejor que puedo decirles es: salgan a vivir, lleguen a este lugar y vean ustedes mismos, como con un solo fin de semana, este lugar les puede llegar a rejuvenecer el alma.

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